Uno de los principales problemas que afectan la vida útil de los sistemas de rociadores de agua es la corrosión. Comúnmente, la corrosión puede ocurrir cuando el metal reacciona con su entorno, deteriorando poco a poco el metal.
En los sistemas de rociadores contra el fuego, el oxígeno reacciona con el hierro para formar óxido ferroso; es decir, el óxido, haciendo que la corrosión se acelere aún más al entrar en contacto directo con el agua. Así como esta, existen otros tipos de corrosión, entre ellas la microbiológica y la galvánica.
Sin importar el tipo de corrosión, esta es capaz de carcomer las tuberías y otros componentes de los rociadores, reduciendo la lisura de las tuberías y creando pequeñas fugas que pueden provocar daños por agua y reducir por completo la eficacia del sistema en sí.
Cuando el sistema falla ante incidentes, lamentablemente queda expuesta la propiedad, se pierde la productividad y se generan gastos importantes, así como lesiones personales.
¿Por qué los rociadores necesitan de mantenimiento?
Los sistemas de rociadores a base de agua requieren constantemente de inspección, pruebas y mantenimiento (IPM), con el fin de garantizar que permanezcan en buen estado de funcionamiento y que su vida útil no se vea acortada por la corrosión.
Si no se lleva a cabo el mantenimiento adecuado, las tuberías pueden corroerse de adentro hacia afuera, evitando llamar la atención hasta que ya es demasiado tarde, ocasionando daños costosos.
La NFPA 25, la Norma para la Inspección, Prueba y Mantenimiento (ITM) de los Sistemas de Protección contra Incendios a Base de Agua habla sobre la responsabilidad que hay sobre los asignados por las empresas para garantizar el cumplimiento de las inspecciones y pruebas requeridas en los rociadores.
La tarea inicia con las inspecciones visuales frecuentes, sin esperar a que exista una deficiencia en el sistema. Estas simples inspecciones pueden detectar a tiempo posibles fugas capaces de ocasionar reacción de combustión, entre otras fallas como:
- Corrosión en los sprinklers.
- Daños físicos.
- Pérdida de líquido en los bulbos de vidrio.
- Pintura en los cabezales de los rociadores.
Muchas veces, los cabezales de los rociadores dañados no se toman en cuenta con rapidez; sin embargo, los deflectores doblados pueden afectar significativamente la distribución del agua y la eficacia de los rociadores.
Llevar a cabo pruebas profesionales en los sistemas de rociadores son el principal método para verificar que su funcionamiento es correcto según la NFPA 25, especialmente porque estos pueden mantenerse inactivos por mucho tiempo.
En Diproseg sabemos lo importante que son tus activos y especialmente las personas, por eso trabajamos de manera profesional en el mantenimiento de sistemas de rociadores para que se encuentren en las condiciones adecuadas y funcionen de manera segura y precisa frente a eventos inesperados contra el fuego.


